La muerte de un ser querido es una de las crisis más grandes que podemos atravesar en la vida. Todas las pérdidas duelen y dejan cicatrices difíciles de borrar, pero no todas las muertes se sienten igual y para los psicológos tampoco es lo mismo ayudar a quien perdió a un hijo que a un padre o abuelo.
Existen diversos factores que determinan el tipo de duelo que los sobrevivientes deberán pasar para poder finalmente sanar y aceptar su pérdida, estos factores también pueden hacer que un duelo sea más difícil de superar y lo alarguen considerablemente, algunos de estos son:
- el tipo de relación afectiva con el fallecido
- duración de la enfermedad mortal y la agonía
- grado de parentesco
- aspecto del cadáver
- grado de dependencia
- sexo del superviviente
- soporte social, redes sociales
- ideas religiosas, filosóficas o espirituales
- presencia o no de otras experiencias de duelo
- factor cultural y social
Aceptar que nuestro ser amado se ha ido para siempre no significa que no vuelva a doler o a provocar ratos de melancolía de vez en cuando, significa más bien que estamos ya tranquilos con su partida, sin enojo ni negación y que sabemos que la vida sigue y a pesar de recordarlo con frecuencia esto no nos impide realizar nuestras actividades normales, sonreir y disfrutar la vida.
Llegar a este punto puede tomar meses o incluso años, todo dependerá de la resiliencia de la persona y de los factores arriba mencionados, no existe un tiempo específico de duración del duelo, pero suele rondar entre los 6 meses y el año y medio, si después de este tiempo la sensación de tristeza y aflicción continuan y comienza a perderse el interés por actividades que antes se disfrutaban o que son parte de la rutina normal (como asearse, trabajar, comer) podemos hablar de un problema más profundo que afecta la mente de la persona y que requiere de ayuda profesional para sanar.
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¡Saludos!