martes, 19 de mayo de 2015

¿Miedo a salir de casa? La vida de un agorafóbico

La agorafobia se define como el miedo a lugares abiertos o muy concurridos, el encontrarse en sitios públicos, de dificil acceso o salida pueden incrementar la ansiedad de quienes sufren estre trastorno.

Aunque su origen puede ser diverso y no se conoce uno específico, se presenta generalmente en personas que han tenido crisis de angustia o ataques de pánico y sienten temor de volver a presentar estos episodios en un lugar abierto, donde no pueda salir rapidamente y en el que además sea dificil conseguir ayuda. 


Los sintomas que se presentan en la agorafobia son muy similares a los del trastorno de pánico y ansiedad generalizada, principalmente aparecen los siguientes:
  • Miedo a estar solo o unicamente con desconocidos
  • Miedo a alejarse de casa
  • Sudoración
  • Taquicardia
  • Mareo
  • Temblor de extremidades
  • Sensación de estar fuera del cuerpo o de estar dentro de una burbuja
Con el fin de evitar estos molestos sintomas, la persona permanecerá en su casa por periodos prolongados y buscará cualquier pretexto para no salir ya que es común que no externen sus temores ni sentimientos a los demás por vergüenza o falta de comprensión. 
Como se imaginarán la vida de una persona que padece agorafobia no es agradable y para ilustrarla mejor les platicaré el caso de un paciente que sufrió esta sintomatología.

Se trata de una joven que rondaba los 23 años, siempre había sido una persona ansiosa y preocupona, pero sobrellevaba sus emociones y lograba una vida normal. Un dia salió a la tienda y estando allí una señora mayor se le acercó y le pidió ayuda alegando que se sentía mareada y sin fuerzas, la jóven no supo cómo reaccionar y corrió a buscar ayuda pero ningún empleado estaba cerca, para cuando se dió cuenta, la señora había perdido el conocimiento.

Por fortuna otras personas que estaban alrededor se acercaron a ayudar y en poco tiempo la mujer se sintió mejor, no había sido más que una baja de azúcar pero para la chica fue la gota que derramó el vaso de agua.

A partir de ese momento comenzó a sentir temor de salir a la calle o de estar sola, temía que le sucediera lo que a esta señora y no encontrara ayuda justo cuando la necesitara, como ocurrió en este caso.

Al principio pensó que sus sentimientos serían pasajeros y que pronto los superaría pero no fue así, cada vez más y más buscaba maneras de no salir a la calle y si no podía evitarlo entonces pedía a alguien que la acompañara. 

Para disimular su angustia decía que no le gustaban los restaurantes, ni el cine, ni viajar, ni ir a tiendas, todas eran cosas que realmente disfrutaba pero simplemente ya no podía hacerlas porque el miedo era tal que llegaba a tener ataques de pánico, lo cual aumentaba su temor y la hacía volver a su casa sientiendose cada vez más inutil y deprimida.

Llegó a tal punto su miedo que acostumbraba salir con una botella de refresco de Cola en su bolsa, esto la tranquilizaba un poco porque sabía que si se le bajaba el azúcar (como le sucedió a la señora de la tienda), unos cuantos tragos la harían sentir mejor, pero por dentro también sabía que ella nunca había padecido bajas de azúcar y que todo estaba en su mente y era totalmente absurdo.

Cierto día despertó sintiendo que ya era sufienciente, sentía envídia de sus amigos que podían disfrutar la vida y ser felices sin problemas y estaba cansada de estar encerrada buscando pretextos y mintiendo a todos para no salir y disimular su ansiedad, decidió buscar ayuda, acudió con un psiquiatra quien la diagnosticó con trastorno de pánico con agorafobia y le mandó medicamentos para disminuir la ansiedad mientras trabajaba sus emociones con un psicólogo recomendado por el psiquiatra.

Al principio del tratamiento pensó que no había solución, que ni las medicinas ni la terapia le ayudaban, pensó en desistir y resignarse pero con el paso de las semanas se fue dando cuenta de que estaba volviendo a hacer cosas que ya había dejado, que podía caminar en la calle y que podía salir sola de nuevo, esto la motivó y la impulsó a seguir su tratamiento.

Ahora, 10 meses después de haber comenzado la terapia y los medicamentos, lleva una vida practicamente normal, algunas situaciones la angustian y el recordar los episodios de pánico que sufrió la ponen muy nerviosa, pero puede manejar mucho mejor sus emociones y no permite que escalen hasta el cielo, gracias a la terapia ahora tiene herramientas para hacerlo.

Desde luego que esta mejoría no se da en ningún caso de un día para otro y hay que intentar lo que provoca temor para poder vencerlo, es un trabajo de dias, semanas y meses, pero da frutos.

Si vives una situación similiar o tienes dudas o comentarios recuerda que puedes contactarme en este blog o por facebook: www.facebook.com/eldivandelorena

¡Saludos!



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