jueves, 7 de mayo de 2015

Problemas de pareja ¿por qué no nos entendemos?




Con mucha frecuencia llegan al consultorio matrimonios o parejas que llevaban una relación de ensueño hasta que "algo" se rompe y ahora discuten todo el tiempo, no se entienden, han empezado a distanciarse y no saben por qué. 

Las razones pueden ser múltiples, todos los casos son diferentes, la cosa se complica cuando hablamos de dos personas porque entonces las variables que intervienen se multiplican y enredan entre ellas dejando poco espacio para ver lo que originó el problema inicialmente. 

Las parejas discuten frente al terapueta como si fueran dos niños frente a la cuidadora de la guardería: gritan, se interrumpen, no se escuchan, definitivamente llevan una relación conflictiva y el primer síntoma que se deja ver es que cada uno tiene una idea diferente de "como debe ser" la relación en pareja y se empeñan en lograr que así sea sin tener en cuenta las ideas del otro ni sus características personales y familiares. 

En los matrimonios o uniones participan las personalidades de ambos, sus desos, sus fantasías y aunque digan que no ¡sus familias y sus ideas!. En el caso de la personalidad de cada uno, podría escribir un tratado de muchas hojas acerca de cómo dependiendo la personalidad que tenemos es lo que buscamos en el otro y nos complementamos, pero este no es tema para hoy, haré uno con esta información más adelante para no dejarlos con curiosidad, pero por lo pronto les diré que en una relación donde no hay consonancia no hay mas que conflictos y existen tres rubros que afectan para que no logremos esta consonancia: los esquemas individuales, el perfil del consorte y la proyección de la pareja a futuro.

  • Los esquemas indivuales: es importante saber quienes somos, conocernos interiormente con profundidad, para así poder saber qué queremos y buscamos y así relacionarnos con personas que coincidan con estos ideales. 
Cada uno de nosotros tiene una imágen (aunque sea inconsciente) de lo que nuestra pareja debería ser, si al elegirla no concuerda con la idea que tenemos mentalizada, es muy probable que empecemos a encontrarle fallas y cosas que no nos agradan y no sabremos ni siquiera por qué. Comenzaremos a exigirle que cambie y la respuesta ante esto será lógica: "¡pero si tu me conociste así!, ¿por qué ya no te gusto como soy?".

  • El perfil del consorte (pareja): después de conocer nuestras expectativas, debemos imaginarnos qué buscamos en la otra persona, por ejemplo: que sea colaborador, símpatico, independiente, con posición económica estable, que le gusten o no los niños, etc. Cuando tenemos estas características claras debemos optar por alguien que las cumpla, de otro modo tendremos por pareja a alguien que no es lo que queremos, no se interesa por lo que buscamos y al no tener mucho en común no habrá sintonía y por ende tampoco entendimiento.
  • Por último tenemos la proyección de pareja a futuro: si pensamos compartir el resto de nuestra vida con una sola persona es muy lógico saber qué quiere para el futuro, como y dónde se ve en algunos años y si coincide con lo que nosotros proyectamos para nuestra propia vida.
  • No es raro encontrar parejas que después de una etapa de noviazgo feliz, una boda de telenovela y una vida hermosa entran en conflicto por que no sabían que para uno de ellos tener hijos era primordial y para el otro sería una carga. 
También se han dado casos donde la religión de cada uno es diferente y parecía no importar y cuando llega el momento de decidir algo que tenga que ver con esta, los problemas y desacuerdos no se hacen esperar y ambas familias intervienen activiamente avivando la llama del rencor y el enojo en la pareja.

Y estos son solo ejemplos, también tenemos problemas por el dinero, el lugar de residencia, la educación de los hijos, etc etc etc.

Todo esto suena muy útil cuando aún no se tiene pareja y se puede todavía racionalizar la decisión de  unirse a una persona o no. Pero cuando ya se está casado o en una relación formal y problemas de este tipo surgen ¿qué se puede hacer?.

Aquí tenemos varías opciones, una de ellas es hablar con la pareja, atención: dije "hablar" no gritar, insultar, manotear y demás. Buscar un momento en que estemos tranquilos y en que la pareja este receptiva, es decir, no intentar hablar de lo que pensamos y llegar con el corazón en la mano cuando la otra persona está concentrada en alguna actividad que no puede postergar o cuando estamos de mal humor o enojados. Si hacemos esto solo lograremos que la otra persona se cierre y no quiera escucharnos y terminaremos en pleito.

Otra opción es intentar cambiar nuestra actitud y automaticamente la actitud de nuestra pareja cambiará, no es necesario decir nada, a veces las acciones dicen más que mil palabras y el cambio será inmediato en ambas partes. 

Por último, si el problema parece ser cada vez mayor, no encontramos salida, no podemos más y las cosas no se ven prontas a solucionarse, lo mejor será acudir a una terapia de pareja. Muchas veces, un terapeuta logra ver desde fuera de la problemática lo que la pareja desde dentro no ve, puede ayudarles y orientarlos para mejorar su dinámica diaria y en caso de que los problemas sean tan grandes que no haya solución, les ayudará a separarse de la mejor manera, sin hacer de este divorcio un conflicto más y mayor de los que ya tienen. 

Espero que les haya sido útil esta información, recuerden que me encantará responder a sus dudas y comentarios que pueden dejar en la sección de abajo o via: www.facebook.com/eldivandelorena.

Si les gustó y piensan que a alguien más puede serle útil les agradeceré sus likes y shares, también pueden seguirme en facebook para más actualizaciones.

¡Saludos!



 
 




 



No hay comentarios.:

Publicar un comentario