viernes, 3 de abril de 2015

¿Cómo es vivir con transtorno de ansiedad y pánico?


Es una pregunta complicada pero muy común, ¿cómo puedo vivir (o sobrevivir) a este trastorno?. En mi experiencia con pacientes con este problema he visto de todo, desde una ansiedad moderada que solo aparece durante periodos cortos de tiempo y desaparece después, hasta personas que simplemente no pueden pensar en otra cosa, para ejemplificar tomaré el caso de una paciente cercana a mi, cuya identidad mantendré oculta por respeto a ella y su familia, le pondremos entonces el nombre de Paola.

Paola, comenzó a sentir alrededor de los 20 años momentos de angustia sin razón aparente, simplemente se sentía nerviosa, con miedo o preocupación de que algo malo sucediera, pero no sabía ni siquiera a qué era a lo que le temía. Poco a poco los miedos fueron tomando forma y haciendose presentes en momentos similiares, así que empezó con pequeñas “incomodidades” al tener que estar sola en su casa o manejando, a salir a la calle o incluso a enfrentarse a situaciones que anteriormente no le causaban ningún problema.

Las cosas se fueron complicando y esos “mieditos” se convirtieron en auténticas fóbias, el hecho de saber que tendría que salir a la calle o manejar en un futuro le causaba mucha angustía, le provocaba temblores y mareos, esto es lo que los psicólogos llamamos angustia anticipatoria y es característica de este tipo de trastornos.

Asi pues, la angustía y ansiedad comenzó a apoderarse de su vida y a mermar su libertad, el miedo ya no era solamente a estar sola o salir a la calle, ya era miedo o mejor dicho: pánico, a volver a repetir esas crisis de angustía que le provocaban vértigo, temblores y malestar general.

Dejó de hacer cosas y a ir a lugares donde anteriormente se había sentido mal, así que optó por quedarse en su casa el mayor tiempo posible, para ella el único lugar seguro del mundo. Esta es otra característica típica, sobretodo del trastorno de pánico, el miedo a salir a la calle o a estar en lugares conglomerados se denomina agorafóbia.

No buscó ayuda en ese momento porque siempre creyó que sería solo una etapa mala en su vida y que ella sola podría superarla, cuando vió que cada vez hacía menos y “vivía” menos, decidió buscar una terapia.

Para fortuna de Paola, actualmente se encuentra en tratamiento y los ataques de pánico han disminuido bastante en frecuencia e intensidad, los miedos que padecía también han ido desapareciendo y ahora solo quedan algunos rastros de lo que antes fueron fobias completamente incapacitantes.

Este caso es muy ilustrativo ya que cumple con practicamente todos los pasos de una persona que sufre un trastorno de este tipo, el riesgo de no buscar ayuda a tiempo es que ansiedad y depresión van de la mano frecuentemente, una da paso a la otra, mientras más tiempo se deje pasar más probabilidad hay de padecer ambas y más lento se hará el tratamiento.

Si has sentido algo similar a los síntomas de Paola o si tienes algún conocido que los padezca puedes preguntarme tus inquitudes. Recuerda que entre todos hacemos esta comunidad y juntos somos más fuertes.



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