miércoles, 29 de abril de 2015

Mi hijo le tiene miedo al agua

El clima caluroso de primavera y verano ya está aquí y con él llegan las ganas de echarse un buen chapuzón en cualquier alberca, tina o hasta cubeta que encontremos.

Los niños son quienes más disfrutan estos días de sol, el agua es especialmente buena para su desarrollo general, contribuye a desarrollar un sistema respiratorio y unos músculos más fuertes, ayuda al crecimiento óseo y tiene un sin fin de beneficios para los más pequeños, pero hay ocasiones en que sienten miedo o angustia al tener que entrar a nadar, ya sea porque no les gusta tomar clase o porque no les gusta el agua en general. 


Uno como padre siente mucha impotencia y desesperación de que su hijo no disfrute el agua, no se aviente clavados, no meta la cara y prefiera quedarse sentado en la orilla viendo como los demás se divierten, ¿qué hacer en estos casos?, definitivamente no a todos nos agradan las albercas y puede ser que prefiramos otras actividades, pero lo que si no está a discusión es que aprender a nadar puede salvarnos la vida y es impresindible que los niños desde pequeños estén familiarizados con el agua para evitar accidentes fatales. 

Cada niño es diferente, los temores que sienten al nadar pueden tener orígenes distintos y por lo tanto no podemos generalizar, pero si se pueden seguir algunas recomendaciones generales que hagan que nuestro niño supere su temor.

Antes de describir cada una de estas recomendaciones me gustaría ser muy clara en el sentido de que nunca debemos regañar o castigar a un niño por sentir miedo, ni al agua ni a ninguna otra cosa, mucho menos hacerlo frente a otras personas, ya que esto solamente generará mayor angustia y ansiedad, su autoestima se mermará y se sentirá humillado por quien más quiere: sus padres. 

Ahora si, habiendo explicado lo anterior, le dejo las recomendaciones para poder hacer que su hijo supere el miedo a nadar:
  1.  Antes de sucumbir a la tentación de aventar al niño a la alberca para que supere su temor, preguntarle por qué siente miedo, qué es lo que no le gusta. Posiblemente la respuesta sea tan simple como: "es que el agua está fría" o "no me gusta este traje de baño".
  2. Una vez que sepamos a qué le teme, será mucho más sencillo el segundo paso que es: hablar con él, con paciencia y sin hacer escándalo, explicarle que no tiene por que tener miedo, que ahí están ustedes (sus padres) para cuidarlo y que lo quieren tanto que nunca lo llevarían a un lugar donde corriera peligro.
  3. Comenzar poco a poco: basándose en las técnicas de la terapia cognitivo conductual (para este tipo de miedos resulta ser de las más efectivas), ir exponiendo al niño a situaciones con agua, dependiendo el nivel de ansiedad que le provoque el agua comenzar primero con una tina con un nivel de agua bajo, después un chapoteadero o los escalones de una alberca, ir convenciéndolo de bajar cada vez un escalón más y otro y otro  más hasta que logre llegar a donde el agua le llegue al pecho sin agobiarse. Esto no se logrará en un dia o una semana, es un trabajo de mucho tiempo y es importante no pasar al siguiente nivel hasta que no se haya superado por completo el anterior. 
  4. Para ayudarlo en este proceso y hacerlo sentir más seguro y acompañado, pueden platicar con él de lo divertida que es el agua, de todo lo que podrá hacer y jugar una vez que haya vencido el miedo. Si es posible, pueden incluso abrazarlo o cargarlo cada vez que baje un escalón de la alberca, esto reforzará la confianza que les tiene y la de el mismo.
  5. No compararlo con los niños que no tienen miedo, esto solo empeorará la situación y sentirá que ha decepcionado a sus padres. 
  6. Si el niño está en edad preescolar, es decir, entre los 2 y los 5 años, puede ser de utilidad contarle cuentos donde el agua sea importante para la historia y gracias a ella los personajes logren sus objetivos. Déjenles pensar que la heroína de la historia es el agua.
 
En algunas ocasiones, los niños reaccionan como si tuvieran miedo a las albercas, lloran, patalean, no quieren ni acercarse pero posiblemente el miedo no sea al agua en si, sino que hay algo detrás. Por ejemplo: alguna vez supe de un caso en el que un niño de tres años se ponía muy mal cada que tenía que entrar a la alberca, después de platicar con él y observarlo, los padres notaron que el miedo no era al agua sino a que no alcanzaba a tocar el fondo con sus piecitos y esto le causaba angustia, una vez que lo cambiaron a una alberca donde si llegaba al piso se acabó el problema.
 
Este ejemplo que puede sonar muy sencillo y burdo realmente sucedió, pero hay otros casos más graves, que requieren mucha más atención, como sería el del niño que tenía incluida las clases de natación dentro del kinder al que asistía, cada que las maestras intentaban que tomara la clase junto con sus compañeros el niño se ponía muy ansioso y agresivo, en su casa le pedía a su mamá que no lo llevara a la escuela el dia que tenían natación y sin dar más explicación simplemente decía que era porque no le gustaba nadar, después de investigar mucho, la madre se dió cuenta de que el verdadero temor del niño no era al agua, sino al profesor de natación que en repetidas ocasiones había abusado de él. 
 
Así pues, aquí va una de las cosas más importantes para mi cuando se tiene un niño en edad preescolar: Tenemos que aprendar a escuchar y observar muy bien a nuestro niño, conocerlo profundamente y generar un lazo de confianza con él para que se anime a contarnos qué es lo que le ocurre y por qué. ¿Qué hubiera pasado si al pequeño del ejemplo anterior su madre lo hubiera presionado y castigado para que entrara a la clase de natación con un profesor que abusaba de él?, seguramente no solo la hubiera pasado fatal en la escuela sino que el daño se hubiera extendido hasta la edad adulta causando muchos problemas a su vida emocional y mental.
 
Acerquémonos a los niños y más que ser unos gendarmes autoritarios y militarizados, hagamos un vínculo de confianza y una conexión fuerte con ellos. Esto les beneficiará mucho en su vida de adultos y acarreará momentos de mucha felicidad para ellos y para nosotros. 

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¡Saludos!
 
 
 




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